Con aproximadamente una inversión inicial de 26 euros podemos conseguir todo aquello que podamos desear; dinero, relaciones sociales, éxito profesional, sin excepciones, todo lo que podamos pensar. Es un timo demasiado evidente, pero si lo dotamos de un contexto fraudulento basado en los caminos más oscuros de la física cuántica, unos cuantos casos particulares positivos -no reproducibles, por supuesto- y una buena minería de citas, obtenemos la razón del éxito de The Secret. Este libro New Age de autoayuda sigue proponiendo lo mismo que otros tantos basados en paradigmas pseudocientíficos como la programación neurolingüística, sin embargo, ha logrado un éxito sin precedentes; llegándose rodar una película documental o publicar una edicion del mismo para jóvenes. ¿Por qué este secreto se vende mucho mejor que otros de inspiración similar? Una elaborada campaña de marketing puede que sea la respuesta pero, nada más vemos el minuto 3 del documental nos percatamos que su éxito puede deberse a un elaborado maquillaje de la doctrina para parecer sustentada por principios científicos. El embauque se fundamenta en una “ley natural” conocida como la ley de la atracción falazmente reforzada con malas interpretaciones del principio de incertidumbre y obviando por completo la decoherencia cuántica. De este modo, basándose parcialmente en principios físicos, propone que nuestros pensamientos son ondas las cuales pueden atraer como un imán el contenido conceptual de esas construcciones mentales, o como el libro resume: “thoughts become facts” . Esta modificación a voluntad de la realidad requiere disciplina la cual se consigue asociando los pensamientos a sentimientos positivos.
El paradigma propuesto en The Secret es evidentemente pseudocientífico, no solo por el mal uso de elementos de teorías científicas en su elaboración, que pueden confundir al profano en la materia, sino por razones más profundas. Se evidencia este carácter al presentar leyes naturales generales de las que se ofrecen pruebas anecdóticas –caso particulares positivos de seres humanos con entorno complejo- sin tratar de evaluar de manera elegante los fundamentos de
Otro aspecto que permite descartar el paradigma presentado como ciencia, es el uso de medidas poco resolutivas -registros poligráficos- para caracterizar por completo los elementos fundamentales de la teoría los pensamientos. Tamoco se cuestiona la falta de entidad o de mensurabilidad del concepto presentado-. Evitar la precisión no es propio de la labor científica, en la que los elementos fundamentales deben ser directamente relacionados con observables mensurables de una manera clara y si no lo son, deben ser tratados con cuidado. Pero, fundamentalmente, lo que la caracteriza como pseudociencia es la ausencia de falsabilidad: se invoca a un retraso necesario para el correcto funcionamiento del universo entre los pensamientos y los hechos que estos atraerán, retraso durante el que se puede producir la reflexión y consecuente modificación del pensamiento inicial. De este modo, cualquier prueba experimental que planteemos puede permanecer oculta en el tiempo de retraso que no es caracterizado por los proponentes de la teoría y en el que además puede variar el posible resultado por modificación de los contenidos mentales.
No es el único lobo con piel de cordero que merodea por las estanterías, antes de comprarlo recomiendo que se vean los primeros 20 minutos del documental que se ofrece gratuitamente en you tube. Eso si, te ahorrare el final: si quieres dominar el secreto tendrás que comprar el libro.
Simple y llanamente, el libro y la idea que defiende es una maldita basura. Lo jodido es que la masa se lo cree y hacen verdaderas burradas como dejar de tomarse la medicación (y esto lo hizo una con un trastorno bipolar, ahí es nada)
ResponderEliminarEs que estos libros tienen mucho peligro si caen en manos de gente...poco crítica.
Esta entrada me recuerda unos hechos que he podido constatar últimamente y que me preocupan seriamente. Se trata del auge del oscurantismo, del creciente número de adeptos que reclutan las más variopintas pseudociencias (cuanto más absurdas mejor): la homeopatía, la astrología, la teoría de las conspiraciones (en relación a la gripe A), programas de TV ocultistas (Cuarto milenio), libros de esoterismo (Código da Vinci y semejantes) y un largo y triste etcétera. Las personas más aparentemente normales y próximas caen en sus redes. Es tristísimo. Es el avance de la negra marea del pensamiento mágico, de la superstición y el misticismo. Cada vez somos menos los que recurrimos al pensamiento racional para enfrentarnos al mundo: unos pocos científicos y filósofos en un mar de brujos y deólatras. Lo irónico de la situación es que los brujos ahora visten bata y venden su perversa mercancía en un envoltorio de cientificismo que les otorga respetabilidad, a ojos de los ignorantes, en este siglo de tecnociencia. Como dijo el buen doctor: "el aspecto más triste de la vida actual es que la ciencia gana en conociemiento más rápidamente que la sociedad en sabiduría" ¡Qué vardad más triste!
ResponderEliminarSoy de la opinión de que conviene responder a este duro ataque a los baluartes del pensamiento racional perpretado por las fuerzas del esoterismo con dureza y presteza. Para empezar con el ataque a ver si me ánimo y escribo una entrada denunciando la tomadura de pelo que es la homeopatía.